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EDITORIAL

Israel después de Sharon

quien suceda a Sharon lo habrá de seguir el camino hacia la paz que ha marcado su predecesor

Pese a la mejoría en la salud de Ariel Sharon, de la que nos felicitamos, los médicos coinciden en que no podrá seguir ejerciendo de primer ministro israelí. Su forzado abandono nos obliga a hacer un breve repaso a su trayectoria y a plantearnos el futuro de la política de Israel, algo más incierto sin él.
 
Ariel Sharon era ya en 2001, cuando el voto popular le llevó a la jefatura del Gobierno, una de las figuras políticas más destacadas de Israel. Su llegada fue recibida en la Europa bienpensante, valga el sarcasmo, como una pésima noticia, como la llegada de un franco enemigo de la paz. Claro, que se trata de la misma grey que ensalzaba al verdadero enemigo de la paz en Oriente Medio, Yaser Arafat.
 
Ninguna legislatura concluye sin episodios oscuros. Pero en el balance de la presidencia de Sharon ninguno podrá pesar tanto como sus logros. Acabó con la Intifada. No por un cambio de actitud de los palestinos, sino por la fortaleza mostrada por el Ejecutivo israelí, bajo su mandato. Ordenó la ampliación de la valla, lo que muchos insisten en llamar muro; una política que ha sido fieramente denunciada en Europa. Su éxito resonante, claramente observable en el descenso del número de atentados en suelo israelí y el de las muertes de ciudadanos de ese país, no sólo no ha acallado las críticas sino que las ha alimentado. En 2002, el número de ciudadanos israelíes muertos por terroristas palestinos fue de 452 y 2005 ha cerrado con 45, la décima parte.
 
Sharon, una vez en el poder, y cuando su política más estaba fortaleciendo el Estado israelí, hizo un gesto de profundo calado y tomó una de las decisiones políticas más comprometidas de la moderna historia del país. El gesto es el de haber sido el primer presidente de Israel que ha reconocido y recomendado en público la creación de un Estado palestino. Y ha llevado a cabo el plan de “desenganche” de Gaza y en parte del Banco Occidental. Si bien la cuestión es muy compleja, no se pueden negar dos importantes virtudes de esta medida. La primera de ellas es la demostración por la vía de los hechos de que Israel está dispuesta a hacer ciertas concesiones territoriales a cambio de paz. Y ello no en un momento de debilidad, sino de fortaleza. Y el otro, que la ocupación palestina fuerza a dicho pueblo y a sus líderes a plantearse qué tipo de sociedad quieren tener.
 
Las encuestas muestran que el partido que creó Ariel Sharon junto con Simon Peres, el Kadima, sigue recibiendo el favor mayoritario de los electores. A la espera de cómo evolucionen los eventos hasta el 28 de marzo, parece que la palabra "coalición" se repetirá en las informaciones referentes a aquél país en la siguiente legislatura. En cualquier caso, quien suceda a Sharon habrá de seguir el camino hacia la paz que ha marcado su predecesor.

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